El cabecero es una de las piezas que marcará el estilo de tu dormitorio, además de proteger el colchón y la pared de roces y manchas. Sin duda puede convertirse en el protagonista de esta estancia, pero entre tanta variedad, ¿por cuál decantarse?
A continuación, te mostramos distintos tipos de cabeceros para que no se te pase por alto ninguna opción. Puede que te plantees escoger un cabecero distinto a lo que tenías en mente…
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Madera
Los cabeceros de madera son de los más utilizados, ya que no requieren cuidados y se mantienen en buen estado por muchos años.
Su versatilidad es un punto a favor. Puedes encontrar desde modelos muy clásicos hasta los más modernos, muy simples o más elaborados, con toques desgastados o estilo vintage, etc. Seguro que encuentras uno que se adapte a ti y a tu presupuesto.
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Forja
La forja lleva en nuestros cabeceros desde antaño. ¿Quién no recuerda un cabecero de forja en la casa del pueblo de sus abuelos? Pues como siempre, lo bueno vuelve.
Este tipo de cabeceros tradicionales aportarán un toque de elegancia y romanticismo a tu dormitorio. Son geniales para espacios rústicos o vintage, pero también para crear un contraste en un dormitorio de otro estilo.
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Tapizados
Los cabeceros tapizados vestirán tu dormitorio sin esfuerzo alguno, son elegantes y sofisticados a la par que cálidos. Lisos, estampados, con capitoné… La variedad de formas, colores y texturas es infinita. Son una opción ideal porque puedes tapizarlos y renovarlos cuando quieras. Otro punto a favor es que son muy cómodos para apoyarse mientras lees o miras la televisión en la cama.
Te aconsejamos que huyas de las polipieles y los tapices con materiales como chenillas, terciopelos o microfibras, que son más duraderos y refinados.
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Fibras naturales
Los cabeceros fabricados con fibras naturales están en tendencia. Tienen ese ‘halo’ de casa de verano que a todos nos encanta percibir. Combinan a la perfección naturaleza, belleza y elegancia. Los hay de caña, de rafia, de ratán, etc. Además, puedes encontrar modelos muy económicos y artesanales. Sus diseños, sin duda, son muy especiales.
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«Sin» cabecero
Puede que, por distribución, te veas “obligado” a poner la cama debajo de la ventana. Si es así, no tienes que romperte la cabeza, ¡utiliza la ventana a modo de cabecero! O quizás te apetezca utilizar un papel pintado espectacular en la pared de la cama, o un vinilo creado por ti delimitando esa zona. ¡Es cuestión de echarle imaginación!
Seguro que después de ver tantos cabeceros te encantan demasiados modelos, algunos de ellos que no tienen nada que ver con los otros. Cuando la oferta es tan amplia, decidirnos por una opción puede ser muy difícil, por ello, te planteamos una serie de preguntas para que descubras qué tipo de cabecero se adapta mejor a lo que necesitas.
¿Tienes un dormitorio pequeño o amplio?
Si tu dormitorio es grande, lo ideal es que el cabecero sea la pieza clave de la estancia. Puedes escoger un cabecero maxi y todo lo atrevido que quieras: estampados, colores fuertes, formas extravagantes…
Si por lo contrario tienes un dormitorio pequeño, refuerza la amplitud con colores más suaves y modelos más simples. Todo dependerá del resto de tu dormitorio claro, si te encantan los cabeceros llamativos, haz que el resto de la estancia sea lo más neutra posible para no cargar el espacio.
¿De qué tipo de iluminación dispones?
Como siempre, la luz es un factor a tener en cuenta. Si por desgracia tu dormitorio no dispone de demasiada luz, opta por un cabecero más bien claro, ya que es una pieza de mobiliario bastante contundente y si fuese oscura, quedaría visualmente muy pesado y no potenciaría nada la luz.
¿Eres de los que se aburren rápido?
Piensa que el cabecero no es un accesorio, es una pieza que queremos que nos dure lo máximo posible. Si eres de los que se cansan enseguida de los diseños, huye de los cabeceros llamativos y busca algo neutro. Pero si te encanta arriesgar y no lo puedes remediar, invierte en un cabecero tapizado, podrás renovarlo cada cierto tiempo y hacer que parezca un cabecero completamente distinto.